Un interesante analisis de Casto Ocando basado en una excelente pregunta que propone María Corina Machado presidenta de Súmate una organización no gubernamental de Venezuela.
La estrategia de Chávez es controlar el poder electoral'
By CASTO OCANDO
El Nuevo Herald
¿Es Venezuela una democracia legítima? ¿Es el presidente Hugo Chávez más democrático luego de 18 elecciones? ¿Puede llamarse democrático un gobierno que irrespeta la norma constitucional? ¿Puede equipararse la violación sistemática de la Constitución a un golpe de Estado? ¿Tiene sentido para los ciudadanos actuar dentro del marco de las leyes frente a un Gobierno que controla arbitrariamente las instituciones?
Estas son algunas de las preguntas que se hace María Corina Machado, presidenta de Súmate, una de las más activas organizaciones no gubernamentales de Venezuela, que levanta su voz crítica frente a lo que llama ''el control progresivo'' de las instituciones democráticas por parte del gobierno de Chávez.
Machado, una ingeniera con postgrado en Finanzas, de 41 años, podría enfrentar una pena de hasta 16 años de cárcel si es encontrada culpable de ''conspiración para destruir el gobierno'', luego de que en el 2003 su organización recibiera $53,400 del National Endowment for Democracy, un organismo no partidista del Congreso norteamericano que promueve elecciones libres y justas en todo el mundo.
De visita por Miami para dictar conferencias sobre el estado de la democracia venezolana, concedió la siguiente entrevista a El Nuevo Herald.
Usted ha afirmado que Chávez está utilizando las instituciones y herramientas democráticas para destruir la democracia en Venezuela.
En Venezuela se ha dado un control progresivo de los distintos órganos del poder público, que según nuestra Constitución deben ser independientes entre sí para que puedan hacer valer las leyes y los derechos constitucionales de los ciudadanos. Pero estos órganos han sido cooptados por el poder Ejecutivo, que tiene un control total del poder Judicial, el poder Ciudadano (Fiscalía, Contraloría), de la Asamblea Nacional y del Consejo Nacional Electoral (CNE).
¿Cómo se expresa ese control total?
Por ejemplo, en el caso del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), vemos cómo ha habido una sustitución completa de los jueces. De los más de 2,000 jueces que existían en 1999, hoy sólo quedan en sus cargos tres de ellos. Por otro lado, [el Gobierno] ha cambiado a los magistrados del TSJ y se ha asegurado de que haya un control por parte del oficialismo en todas las salas del Supremo. Y en el caso de la Asamblea Nacional, [ésta] ha delegado todas las funciones legislativas al poder Ejecutivo. En estos 10 años el Gobierno ha dictado 183 decretos-leyes y la Ley Habilitante (que concede al Presidente el poder de legislar unilateralmente) se extendió por 48 meses.
¿Cuáles son las instituciones que, a su criterio, ha utilizado preferentemente Chávez para revertir el proceso democrático?
Lo central ha sido la autoridad electoral. Chávez ha buscado recuperar la legitimidad de desempeño que ha perdido por la vía de la ''legitimidad de origen''; es decir, llevando adelante 18 elecciones, procesos que han distado mucho de ser limpios, justos, libres y transparentes, como hemos denunciado y como la evidencia lo demuestra.
¿Cuándo comienza esta toma del control de las instituciones por parte del chavismo?
Analizando la secuencia de cómo se fue controlando la Constitución para tomar el poder Judicial y luego la Asamblea Nacional, el CNE y los demás poderes, el detonante fue la convocatoria del poder Constituyente, en 1999. El objetivo entonces era ganar tiempo para ir progresiva y pseudo-democráticamente controlando los otros órganos del poder público.
Usted afirma, entonces, que el Presidente ha desarrollado una receta propia para controlar las instituciones democráticas.
Diría que su objetivo es la permanencia indefinida en el poder. Al presidente Chávez lo elegimos por 60 meses, y hoy tiene 124 meses en su ejercicio, y al concluir este mandato serían 160 meses en la Presidencia de la República. Para lograr esa permanencia se requiere controlar el poder público y las instituciones de la sociedad civil, para que no haya una reacción masiva de las instituciones y de la sociedad democrática. Este proceso se ha hecho de forma gradual, progresiva y con una fachada democrática. Y para poder hacer eso sin el riesgo de perder el poder, la estrategia ha sido controlar todo el proceso electoral, a través del CNE; en segundo lugar, a través de un ventajismo sin precedentes en el uso de fondos y recursos del Estado, y, en tercer lugar, a través de la intimidación profunda de la sociedad venezolana.
¿De qué forma se ha incrementado esa intimidación?
Quizá es el elemento que más me preocupa de lo que está pasando en Venezuela, porque si hay un valor esencial en la democracia es la libertad de pensamiento, la capacidad de disentir, el pluralismo, que cada quien se sienta con la libertad, la tranquilidad de expresar lo que siente, incluso el voto castigo, que siempre hemos tenido en Venezuela. Entonces, de un tiempo para acá está pasando algo que me decían mis padres que ocurría durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez: que la gente empezaba a hablar bajito en las panaderías, en el mercado, en el carrito de transporte. Hoy en Venezuela la gente ha empezado a hablar bajito, y eso es algo que a mí me conmueve. Porque cuando tú siembras el terror político en un país, la gente siente que por cualquier cosa que haga o diga en contra del Gobierno va a ser penalizada.
¿Cómo utiliza el Gobierno esta intimidación para beneficiarse desde el punto de vista electoral?
En primer lugar, debemos recordar que entre pensionados, empleados públicos y beneficiarios directos de misiones sociales, estamos hablando de 4,724,000 personas, según cifras del gobierno. Eso representa cerca del 28 por ciento del registro electoral, y es fácil imaginar el impacto que eso tiene sobre los resultados finales.
Usted afirma, entonces, que hay una enorme utilización ilegal de los recursos estatales para beneficiar al oficialismo.
Existe un uso y abuso de los recursos públicos para la propaganda, la movilización y los actos públicos. En Venezuela eso se expresa de múltiples formas, no solamente con las alocuciones presidenciales. Por dar un ejemplo, en el período previo a la campaña de la enmienda constitucional, en dos meses y medio el Presidente tuvo 246 horas de intervenciones presidenciales, un promedio de 3.03 horas diarias. Pero a eso hay que agregarle todos los funcionarios públicos haciendo campaña, todas la instituciones del Estado. Entonces, es evidente que hay un ventajismo obsceno, inaceptable e ilegal, que viola nuestra Constitución.
Hablando de Constitución, la oposición ha denunciado innumerables veces que el gobierno la irrespeta constantemente. ¿Que tantas violaciones constitucionales ha cometido el gobierno chavista?
Este es un tema crucial. Es importante que los pactos sociales, es decir, las Constituciones, sean estables y sean pactos para la paz. Y para eso la Constitución tiene que representar y reflejar los valores de toda una sociedad, y no de un sector. Cuando uno empieza por denominar a una Constitución con el nombre de una ideología, está excluyendo, y por supuesto esas son Constituciones que no son sostenibles, porque terminan apartando a sectores de un pacto que tiene que ser para todos. Y en América Latina hemos estado viendo en los últimos años una obsesión por los cambios de las constituciones, bien sea por la vía de la Asamblea Nacional Constituyente o por reformas y enmiendas, y creo que es peligrosísimo.
Eso es lo que ha ocurrido en Venezuela.
Esto está ocurriendo en Venezuela. Y lo hemos denunciado de manera sistemática. La primera violación fue la convocatoria de la Asamblea Constituyente en 1999, una figura que no estaba contemplada en la Constitución de 1961. Esa Constitución tenía mecanismos para hacer reformas, pero no una Asamblea Constituyente. Con la actual Constitución que finalmente fue aprobada, se establecen también mecanismos para poder modificarla, y se violó nuevamente cuando se convocó la reforma constitucional. Se rechaza la reforma constitucional, y aun así, ocho meses después, se aprueban, vía decretos-leyes, todo lo que estaba contemplado y rechazado en la reforma, nuevamente violando la
Constitución.
Que es lo que usted llama ``el golpe de Estado del siglo XXI''.
Exactamente. Hasta ahora estábamos acostumbrados a los golpes de Estado del siglo XX, ejecutados por las fuerzas armadas y condenados por todos. Pero ahora está ocurriendo otro tipo de golpe, que llamo ''golpe de Estado del siglo XXI'', que consiste en la toma del poder por la vía electoral, pacífica, democrática y constitucional, para después pasar a la concentración del poder buscando la permanencia definitiva en el cargo, violando la Constitución que originalmente fue utilizada para llegar al poder.
¿Por qué cree usted que la Organización de Estados Americanos (OEA) no suele intervenir en esta suerte de golpes a las constituciones, y en cambio reacciona con rapidez cuando se asoman los militares, como en el caso de Honduras?
No encuentro la respuesta. Porque la organización es ''de Estados Americanos'', no para defender a los gobiernos. Y es obvio que al haber firmado la Carta interamericana, la OEA y los países signatarios de la OEA nos hemos dado una herramienta poderosísima, que en su momento generó una inmensa expectativa en muchos países de América Latina. Teniendo la carta firmada y siendo violadas las constituciones y la democracia en tantos países de manera sistemática, la no actuación, lejos de fortalecer, debilita a la OEA y a las democracias en general en América Latina. Siento que la OEA debería actuar de forma preventiva frente a señales claras, cuando se empieza a producir la concentración del poder o la violación de la independencia de los poderes públicos y de la Constitución. Ese es el momento en que debe actuar la OEA, y no cuando ya se producen las crisis, como lo que está ocurriendo hoy en Honduras.
¿Cuál ha sido el papel de los cubanos en este proceso de destrucción de la democracia en Venezuela?
No tengo la información completa. Desafortunadamente, en nuestro país una de las prácticas más terribles que se viene dando es la ausencia de información. No sabemos cuánto estamos produciendo de petróleo, cuál es el presupuesto real de la Nación, cuánto dinero se transfiere afuera, cuáles son los estados financieros --ni siquiera los del banco central-- ni cómo se están manejando los sistemas de seguridad, de identificación y de telecomunicaciones en el país.
¿Qué le dice usted a la gente que sostiene que Hugo Chávez no va a salir del poder mediante elecciones?
Nuestro objetivo no es sustituir un gobierno, sino transformar una sociedad. Eso pasa, obviamente, por restablecer un mecanismo donde la alternabilidad democrática sea una posibilidad. Y la alternabilidad se garantiza por procesos electorales, sin ingenuidad. Creo que el gran aprendizaje es que no podemos ceder en el chantaje de no denunciar los excesos en todos los poderes, y en particular en el poder electoral, pensando que eso va a desmovilizar a la ciudadanía. La gente de a pie está muy clara. La gente tiene sentido común e inteligencia, y conoce que hay obstáculos. La pregunta que se hace es cómo vamos a superar esos obstáculos.
¿Y cuál es su respuesta a esa pregunta?
Actuar con los pies en la tierra y con una gran determinación y organización. Hay obstáculos que son superables. Vamos a tratar de superar el miedo, vamos a asegurarnos de que tenemos testigos en todos y cada uno de los centros de votación. Vamos a hacer un esfuerzo por auditar nosotros el registro electoral. Todas las cosas que debería hacer el CNE y no hace, hagámoslas nosotros. Debemos convertir los procesos electorales en un desafío. Elevar el costo político de cancelar, alterar o desconocer los resultados en las elecciones venezolanas.
¿Tiene miedo a ser encarcelada?
Lo peor es la descalificación moral. Las veces que he tenido que explicarle a mis hijos las opiniones negativas que se emiten sobre nosotros o lo que hacemos, eso es lo más duro. Porque cuando uno realmente valora el honor, verlo descalificado es doloroso. Pero cuando uno tiene la convicción de que está haciendo lo correcto, de alguna manera esa convicción te da el valor, te permite afrontar estos temores y superarlos.
¿Cuál es el futuro de Venezuela?
Para mí es un futuro lleno de esperanza. Creo que se ha venido produciendo una destrucción institucional, una destrucción en la infraestructura y una destrucción moral muy profunda. Pero esto significa una oportunidad para iniciar una nueva construcción, basada en un conjunto de valores que compartimos la inmensa mayoría de los venezolanos: la inclusión, la tolerancia, la solidaridad, la justicia, la igualdad de oportunidades y la libertad.
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