Si fuéramos brevemente a buscar un paralelo entre los tiranos y los huecos encontraríamos curiosas similitudes. Como la analogía de la cueva de Platón, el asilamiento de vivir confinados y aislados da lugar a la desinformación y a la manipulación. Sin bases comparativas suficientes los pueblos terminan como ingenuos crédulos de poder. Cuando la bota totalitaria cae sobre una nación todo parece paralizarse. Las naciones no progresan, los individuos se estancan, la creatividad muere porque como todo lo que reduzca libertades al final se termina aniquilando la creatividad humana. Y al final el hoyo en que entran las naciones cobra vida cuando los propios dictadores terminan sus días como fugitivos en huecos bajo tierra. Fue así el final de Adolfo Hitler en su Bunker, oscuro, abandonado, solo y bajo tierra, ordenando a la juventud nazi la suicida misión de defender a Berlin hasta la ultima gota de sangre. Le ocurrió igual a Saddam Hussein y en horas pasadas al coronel al-Gaddafi. Ambos pasaron de “temidos” tiranos a patéticos fugitivos ocultos bajo tierra, dictadores que por décadas hundieron a sus países, terminaron sus días literalmente en el hoyo que ellos mismos cavaron para sus pueblos.
Bunker de Adolfo Hitler
Tunel donde se ocultaba el tirano Libio Al-Gaddafi
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